Que las estrellas se lleven tu tristeza. Que las flores llenen tu corazón de belleza. Que la esperanza limpie tus lágrimas, y sobretodo, que el silencio te haga fuerte.
Pídeme que me calle. Es lo que deberíamos decir, quizás, cuando hablamos demasiado sin que se nos haya pedido la palabra expresamente. Cuando al escuchar al que se expresa nos vienen ciertas ganas de intervenir interesadamente puede ocurrir que, si las condiciones no son las necesarias, es decir, que si cuando me expreso siempre es mejor "lo mío" y no cabe en la definición ni un ápice de pluralidad y respeto a diversas opiniones "fuera de mi lugar", el resultado siempre augmenta la angustia de la persona que todavía no sabe integrar una propuesta diferente, un color diferente al que él o ella ha escogido. Como no hay otra visión que la única que se ve, el berrinche no deseado siempre llega. Así que me recomiendo una opción posible para estos casos: la escucha activa y el silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario