Aquella noche ella se acostó pronto. El día ya había sido demasiado largo. No podía dormir. Algo inquietaba a sus sueños. Sin apenas inmutarse se dejó llevar y las lágrimas se asomaron rápidamente. Las dejó correr de forma lenta y suave por entre sus mejillas.
Aquella noche no tenía prisa. Parecía que el mundo se hubiera parado y solamente existiera ese río de agua salada, que invadía su alma para acabar cayendo al vacío. Y así se quedó largo rato. Los segundos parecían horas, pero eso no era importante. El tiempo ya no era tiempo.
Aquella noche ella supo que su àngel le confesaba un secreto: todo lo que la rodeaba ocupaba un lugar privilegiado que debería descubrir.
Y así, aquella noche, ella se durmió pensando que era necesario poner un poco de orden.
Aquella noche ella supo que su àngel le confesaba un secreto: todo lo que la rodeaba ocupaba un lugar privilegiado que debería descubrir.
Y así, aquella noche, ella se durmió pensando que era necesario poner un poco de orden.
Ostras, qué sorpresón. Espero que despué de tanto tiempo haciéndote rogar, no lo abandones a las primeras de cambio, je, je...
ResponderEliminarEduard.
Hola Edu!!!!
ResponderEliminarTe prometo que no! que esta vez voy a ser disciplinada y no abandonaré el barco...espero que me vayas siguiendo y estemos más en contacto!
Además podré leer más a menudo tus reflexiones y recordar, como no!, tu "humor seco" jajajjjaa... (esto nos va a acompañar siempre... aún tengo la imagen, en las pistas del cole, una mañana soleada, estas dos palabras, en un "flash", salieron de mi boca... y estaremos toda una vida para descubrir que quería yo decir!!! jajjajajajaa
Un abrazo,
Anuska