Tengo una caja de mis tesoros, preciosa, color de tierra y estampada de flores. No la escogí, pues fue un regalo, pero ella vino a mí con la certeza de que iba a cuidarla muy bien. Y me enamoré. Sí. Me transmitió tanta belleza que no tardé en proponerle que se ocupara de guardar dentro de su bonito paisaje todo lo que para mí era importante. Así lo hizo y llevamos muchos años siendo confidentes.
Mis tesoros son palabras, vestidas diferente para cada ocasión. Retales de mi pasado. Una caja llena de palabras bonitas, increíbles, inteligentes, atrevidas, enamoradas, tímidas, divertidas, soñadoras, fantásticas, infantiles... A veces no son más que ensayos de un alma poeta que pretende entender al amor, la amistad o la libertad. En otras ocasiones, las palabras se alían en versos incompletos para una posible canción.
Mis tesoros son palabras, vestidas diferente para cada ocasión. Retales de mi pasado. Una caja llena de palabras bonitas, increíbles, inteligentes, atrevidas, enamoradas, tímidas, divertidas, soñadoras, fantásticas, infantiles... A veces no son más que ensayos de un alma poeta que pretende entender al amor, la amistad o la libertad. En otras ocasiones, las palabras se alían en versos incompletos para una posible canción.
Mis tesoros son, también, declaraciones de amistad en una agenda o una postal de Feliz Cumpleaños. O la creación de historias adolescentes explicadas por una amiga. O emociones que viajan en el dorso de la imagen de una ciudad cualquiera. O frases sabias que guian el camino.
Mis tesoros son palabras. Las más inocentes, sin duda, aquéllas que narran las vivencias de una niña en su diario.
Hoy abro mi caja fiel. No sé que busco. Encuentro retales de un pasado y me detengo en una niña de 13 años recién cumplidos y su fiesta de cumpleaños descrita en palabras.
"El pasado día 20 de mayo fue mi cumpleaños. Nos lo pasamos muy bien. Ahora voy a describir en pocas lineas como fue. A las cinco de la tarde vinieron: la Sigrid, la Lidia, la Alda, la Estela, la Laura y la Ana pequeña. Lo malo es que no pudieron venir mis primos pero en fin sigo. Estuvimos jugando en el parque mucho rato e incluso nos fuimos a comprar chucherías y caramelos a la granja.
Luego subimos a casa y ¡Qué sorpresa! estaba la mesa puesta con bocadillos, cacahuetes, conguitos, patatas fritas, etc... de todo estuvimos comiendo y a la vez contando alguna cosa como un chiste, una película o algo parecido.
Después volvimos a bajar al parque y estuvimos jugando a cuerdas. Nos lo pasamos muy bien. Después, cuando nos cansamos de jugar subimos a comer el pastel y a soplar las velas, que fue muy divertido. Estuvieron cantando cumpleaños feliz y otras canciones (lo malo es que mi padre estaba enfadado y no me quiso grabar el cumpleaños y eso me sentó muy mal). Bueno sigo con el cumpleaños.
Nos volvimos a bajar pero antes repartí unos caramelos, se pusieron en fila y los repartí ¡lo que pasó es que hubo un follón!. Como iba. Nos bajamos y después subimos a tomar un helado y vinieron sobre las ocho o ocho y media a buscar a la Lidia, que era la única que la venían a recoger porque la mitad eran mis vecinas y los padres de la Sigrid estuvieron allí.
Me regalaron un montón de cosas. Voy a nombrar algunas: un diario, un estuche, un pingüino saca puntas, una pulsera, un semanario con una cajita de mármol muy bonita, una libreta para escribir cartas con hojas de cuadros de colores, una agenda de teléfonos, un pañuelo bordado muy bonito, una libreta de la Pantera Rosa y un sobre con mil pesetas. Todo esto me gustó mucho pero lo que más me gustó fueron las trece rosas que me regaló mi madre. Olían muy bien y eran muy bonitas."
Sí, hace gracia cuando encuentras pequeños y antiguos tesoros de forma inesperada.¿Así que fuistes a buscar chuches a "la granja", eh? Je,je.
ResponderEliminarMe hace ilusión que me comentes. Gracias!
ResponderEliminarEl tiempo pasa y "la granja" ya no existe... pero todavía puedo invitarte a unas chuches donde me digas.
De momento, te envio un dulce abrazo sabor a nube de fresa :)-