domingo, 19 de junio de 2011

La feminidad de la luna


La bailarina observaba la luna y ésta escuchaba su llanto, cómplice de aquellas lágrimas tristes bailando su vacío en solitario.

Se miraban desde la distancia. La bailarina jugaba con su propia agua salada a formar burbujas. Cada burbuja era una nueva ilusión y en ellas se metía para danzar en el espacio. Estiraba los brazos, arriba y de un lado a otro, se acompañaba luego de hombros, torso, caderas, piernas y resto de extremidades. Era un juego femenino, de dulces y suaves movimientos que en aquella ingravidez buscaban abrazar a su amiga, aquella luna.

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