Ingeniosa pregunta que una niña hace a su madre mientras caminan hacia algún lugar cercano. La mamá, abrumada por la rutina, parece que la escucha pero no la contesta. La niña, con la mirada inquieta esperando una respuesta, finalmente se cansa y continua mirando al suelo para seguir el recorrido de su propia sombra.
Me quedé con ganas de encontrar una respuesta. En aquel momento me hubiera gustado decirle a la pequeña algún comentario ingenioso, de esos que los adultos también tenemos y que en ocasiones se sueltan sin pensar demasiado, como si llevaran mucho tiempo en la línia de salida esperando la señal para ser escuchados a toda velocidad. Pero no, no se me ocurrió nada.
Continué mi camino pensando qué hubiera respondido yo, porque aunque fuera un No lo sé, seguro que no podría resistirme a contestar semejante grandeza de pregunta. Y, esta tarde, mientras caminaba dirección a mi casa se me presentaba la situación con una respuesta que de sencilla se me hacia ridícula:
-Hija, ... pasaría que sería de noche! (durante el día tu sombra te acompaña, es como tu mejor amiga, algo parecido al reflejo de ti misma, y por la noche, igual que tu, se acuesta a descansar con el sol)
-Hija, ... pasaría que sería de noche! (durante el día tu sombra te acompaña, es como tu mejor amiga, algo parecido al reflejo de ti misma, y por la noche, igual que tu, se acuesta a descansar con el sol)
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