Ayer entendí un poco mejor qué significa la palabra sensible. Lo comprendí un poco mejor en mi; sin buscarla. Se presentó como un regalo inesperado. Y me hizo mucha ilusión darme cuenta de ello.
Laura comentaba sorprendida cómo mi cuerpo respondía según mi estado de ánimo. Éste, totalmente cerrado en si mismo, evidenciaba que no había sido un gran día. Y ella, entonces, me avanzaba que el trabajo que haríamos en la sesión de Pilates se centraría sobretodo en abrir esternón y movilizar escápulas.
De camino a casa, recordaba las palabras que siempre me pedía Miguel: actuar como si...
Y reconocía, en ese momento, qué era lo que me pasaba. Que no era actriz; que no podía representar una mentira. Que mi cuerpo y mi mente parecían ser en uno: inseparables y cogidas de la mano.
Y no me disgustó descubrirlo, porque me estaba ayudando a entenderme más en muchas situaciones. Ser así sensible, era mi estado de Ser.
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