- Mamá, cuentame un cuento!
...y su voz cariñosa empezaba el siguiente relato:
"Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba todo el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón. Pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.
Durante años esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para lo que fue creada.
Pero la vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador, diciéndole así:
- Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo, porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.
El aguador dijo compasivamente:
- Cuando regresemos a la casa quiero que te fijes en las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.
Así lo hizo la tinaja. Y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino, pero de todos modos se sentía apenada porque al final sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces:
-¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Sembré semillas de flores a lo largo del camino por donde vas, y todos los días las has regado y durante dos años yo he podido recoger esas flores para decorar el altar de Dios. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza."
La inutilidad del sufrimiento. Mª Jesús Álava Reyes.
- Gracias mamá, por enseñarme a ver las flores que hay en mi camino!
Recuerdo que mi abuelo siempre nos decía que íbamos al cine de las sábanas blancas. Al final, dejó de colar la broma, pero al principio sí me llevé un gran disgusto cuando vi que no íbamos al cine, sino a la cama.
ResponderEliminarOoohhh!!! Muy bonita la comparación, me gusta, y muy ingenioso tu abuelo!
ResponderEliminarMi abuelo nos despertaba de nuestros sueños siempre con una canción, la del "Quinto levanta, tira de la manta..." ;)- y nos ponia firmes a todas/os... recuerdo la dulzura y el buen humor con que nos la tarareaba; era nuestro juego de "Buenos dias"!